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Historia de Valle de Abdalajís


Historia de Valle de Abdalajís

Tras la expulsión de los musulmanes de Málaga, se realizaron diferentes repartimientos de tierras que antes habían sido propiedad de los moros. Del repartimiento cupo buena parte a un vecino de Antequera, Don Juan de Eslava, a quien se puede considerar como la piedra angular del origen de la villa de Valle de Abdalajís y aborigen de la genealogía del Señorío Jurisdiccional que gobernó esta villa desde 1559 hasta las Cortes de Cádiz de 1811.
Ya en el siglo diecisiete se empiezan a conocer las primeras calles del pueblo como son, entre otras, la plaza pública, calle Real, calle Alameda, calle Fresca, barrio del Medio, Castillejo, Callejón o la calle Albaicín. En cualquier caso su trazado urbano es el resultado de la constancia y fidelidad con la arquitectura romana y árabe, sus antecedentes históricos. Es en el siglo diecinueve cuando se produce una profunda transformación política, social y económica que modifica la estructura de los pueblos: la disolución y abolición de los Señoríos y, entre ellos, el de Abdalajís. De esta forma el señorío del Valle de Abdalajís queda interrumpido desde 1812 a 1814, según el acuerdo de las Cortes de Cádiz, para restablecerse en 1814 con la etapa absolutista de Fernando Séptimo.
Muerto éste en 1833, la reina regenta María Cristina consigue abolir la política de los señoríos. Así Don Isidro Mesías de Vargas, conde de los Corbos y último señor del Valle, quedo convertido en particular, simple y puro propietario de sus fincas en el Valle de Abdalajís falleciendo en 1880 y desaparecido definitivamente de la Villa la Casa de los Padillas. En esta fecha el Valle de Abdalajís contaba con 2.859 habitantes y ya estaban consolidadas muchas de las actuales calles y fuentes.
A partir de esta fecha, el pueblo fue aumentando en el número de habitantes y conformando la actual estructura urbana, alcanzando en los años 60 del siglo veinte un total de 3.987 habitantes.
Este Valle está rodeado por lomas y cerros como los de Asperillas, Golondrina, Parra, Zorreas, Canal, Chacón, Capilla, Rata y Ratilla. Pero, quizá el más popular por su encanto, es el de Candelitos. Esta sucesión de cerros hace que la actividad deportiva dedicada al vuelo tenga una especial relevancia en el municipio, hasta el punto que se la considera como la capital del vuelo, básicamente en ala delta, parapente o viajes en globo. El término municipal cuenta con al menos 14 manantiales que riegan parte de las más de 2.100 hectáreas de su territorio. Huertas, cítricos, setas, espárragos, caracoles, palmitos... son algunos de los productos que ofrece esta tierra.
 

 

Tras la expulsión de los musulmanes de Málaga, se realizaron diferentes repartimientos de tierras que antes habían sido propiedad de los moros. Del repartimiento que de los campos del Valle de Abdalajís se hizo (por el Bachiller Juan Alonso Serrano y tras la finalización de la reconquista de la provincia) cupo buena parte a un vecino de Antequera, Don Juan de Eslava, a quien se puede considerar como la piedra angular del origen de la villa de Valle de Abdalajís y aborigen de la genealogía del Señorío Jurisdiccional que gobernó esta villa desde 1559 hasta las Cortes de Cádiz de 1811.

Hay que considerar dos etapas durante el siglo dieciséis: la primera, hasta el 1559, en el que el Valle de Abdalajís era antequerano ya que formó parte de la estructura geopolítica de Antequera durante 149 años, siendo a partir de esta fecha cuando se inicia esa segunda etapa en la que se constituye en Señorío, segregándose de la jurisdicción antequerana al crearse un municipio autónomo, siendo gobernado por la Señoría y el Ayuntamiento y Justicias que nombra el Señor.

El término de Valle de Abdalajís se incorpora a la Casa de los Padillas, representada en el año 1559 por Don Alonso Pérez de Padilla y Cobos, biznieto de Juan de Eslava, nieto del Alcaide de Antequera Don Alonso Pérez de Padilla y Eslava y sobrino del Arcediano de Ronda, Don Lorenzo Pérez de Padilla y Eslava. Es pues, a este último a quien se incorpora, entre 1559 y 1561, el Mayorazgo de Abdalajís quien a su vez y en virtud de los vínculos fundados a favor de este Mayorazgo, dona la Corona del Señorío jurisdiccional civil y criminal a favor de Don Alonso Pérez de Padilla y Cobos. Así pues, y por estos motivos, se puede considerar como fundador del Valle de Abdalajís a Don Lorenzo de Padilla y Eslava.

Ya en el siglo diecisiete se empiezan a conocer las primeras calles del pueblo como son, entre otras, la plaza pública, calle Real, calle Alameda, calle Fresca, barrio del Medio, Castillejo, Callejón o la calle Albaicín. En cualquier caso su trazado urbano es el resultado de la constancia y fidelidad con la arquitectura romana y árabe, sus antecedentes históricos. Nescania fue la ciudad romana que le precedió en el tiempo, la cual databa del siglo I después de Cristo Ya en aquel tiempo de los Flavios se consideraba municipio, título que en la era moderna adquiere, como antes indicábamos, el 16 de septiembre de 1559 con la segregación de Antequera. Recorriendo el pueblo nos encontraremos, entre una enorme diversidad de monumentos y recuerdos históricos, con el palacio de los Cobos, la iglesia de San Lorenzo o El Molino, santo y seña de la universalidad local.

Todavía en el diciesiete continuaba siendo el Valle propiedad de los señoríos, y sus habitantes seguían sometidos al régimen de vasallaje. Las casas, propiedad de los habitantes del pueblo, estaban sujetas a unos tributos a favor de los señores; y los Ayuntamientos de la Villa eran nombrados por el señor. En aquella época la actividad del pueblo era, exclusivamente, agrícola y ganadera. La categoría económica de los ciudadanos los dividía en propietarios, arrendatarios, artesanos y jornaleros. El escribano, el cura y el médico, y algún vecino con nivel cultural alto, constituían el estamento ilustrado.

Es en el siglo diecinueve cuando se produce una profunda transformación política, social y económica que modifica la estructura de los pueblos: la disolución y abolición de los Señoríos y, entre ellos, el de Abdalajís. De esta forma el señorío del Valle de Abdalajís queda interrumpido desde 1812 a 1814, según el acuerdo de las Cortes de Cádiz, para restablecerse en 1814 con la etapa absolutista de Fernando Séptimo.

Muerto éste en 1833, la reina regenta María Cristina consigue abolir la política de los señoríos. Así Don Isidro Mesías de Vargas, conde de los Corbos y último señor del Valle, quedo convertido en particular, simple y puro propietario de sus fincas en el Valle de Abdalajís falleciendo en 1880 y desaparecido definitivamente de la Villa la Casa de los Padillas. En esta fecha el Valle de Abdalajís contaba con 2.859 habitantes y ya estaban consolidadas muchas de las actuales calles y fuentes.

A partir de esta fecha, el pueblo fue aumentando en el número de habitantes y conformando la actual estructura urbana, alcanzando en los años 60 del siglo veinte un total de 3.987 habitantes.

Este Valle está rodeado por lomas y cerros como los de Asperillas, Golondrina, Parra, Zorreas, Canal, Chacón, Capilla, Rata y Ratilla. Pero, quizá el más popular por su encanto, es el de Candelitos. Esta sucesión de cerros hace que la actividad deportiva dedicada al vuelo tenga una especial relevancia en el municipio, hasta el punto que se la considera como "la capital del vuelo", básicamente en ala delta, parapente o viajes en globo. El término municipal cuenta con al menos 14 manantiales que riegan parte de las más de 2.100 hectáreas de su territorio. Huertas, cítricos, setas, espárragos, caracoles, palmitos... son algunos de los productos que ofrece esta tierra.