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Historia de Teba


Historia de Teba

El nacimiento del municipio de Teba está directamente relacionado con la ocupación romana en la zona, aunque los hallazgos arqueológicos realizados evidencian la presencia del hombre prehistórico en lugares claves de la topografía tebana como la Cueva de las Palomas, el poblado de los Castillejos (enclave ibérico considerado como el más importante y mejor conservado de la provincia), las ruinas romanas del cortijo del Tendedero, o la Cueva del Tajo del Molino, en la que podemos encontrar pinturas rupestres. En cualquier caso, Teba es un rico territorio arqueológico como lo demuestra la existencia de más de 60 yacimientos esparcidos por sus más de 14.300 hectáreas de término municipal.

Durante la dominación musulmana, la ciudad fue trasladada al lugar que ocupa actualmente, denominándose Itaba, de donde parece que procede su nombre. Y es que hubo un tiempo en que se consideró que el antecedente nominal era el de la ciudad romana de Attegua, escenario de luchas entre Pompeyo y Julio César pero, descartada esta coincidencia, continúa la incertidumbre sobre la procedencia del nombre actual. No obstante, parece que por la dificultad en la pronunciación de todos los nombres posteriores se tomó el de Itaba, como antes señalábamos.

Tras la conquista de Teba en el siglo undécimo por Alfonso Once, el municipio se mantiene cristiano y se convierte en una de las jurisdicciones más grandes de la región, siendo sus campos repoblados. La toma del castillo de la Estrella, en el siglo catorce, constituye un punto y aparte en la historia de Teba teniendo incluso consecuencias en su ubicación actual, tal y como antes hacíamos mención. Hasta finales del quince el pueblo se mantenía dentro del recinto árabe, con más de 25.000 metros cuadrados totalmente amurallados. Es en esa fecha cuando se produce el trasvase de la población por debajo de las murallas.

La actual Teba es un recinto natural, situado en un pequeño valle formado por cuatro sierras. Su trazado urbano es, como decíamos, cristiano, manteniendo la estructura de casas solariegas y señoriales procedentes de la antigua nobleza así como de la burguesía sucesora del Condado de Teba, entre cuyos titulares aparece la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón Tercero. Esa estructura tiene su mejor representación en calles como Nueva, San Francisco y Grande. Las viejas casas que delinean el pueblo fueron construidas con los sillares de areniscas del castillo. Dos edificios destacan en el municipio: el convento de San Francisco, del siglo dieciséis, y la iglesia de Santa Cruz, del diecisiete. Pero también hay recuerdos para sus héroes: un monumento en la Plaza de España recuerda a sir James Douglas, caballero escocés que murió en la conquista de Teba; y una calle que está dedicada a Don Juan Martín Muñoz, funcionario público que facilitó la emigración de los tebanos que ahora vuelven de forma natural. De todos modos su monumento más emblemático, símbolo de la zona, es el Castillo, que domina el pueblo y sirve de guía para el visitante.

La economía tebana se basa en la ganadería (sobre todo el porcino), aunque también destaca la industria pastelera y la textil. Actualmente están surgiendo nuevas actividades fruto de la modernización y puesta en valor del municipio.